Hace un mes más menos el colectivo de Geografía Crítica y Social Gladys Armijo realizó un reclamo a travéz de una carta abierta a la comunidad geográfica, desde CRITICASUBTERRANEA uno de nuestros compañer@s agrega una reflexiones, que creemos nos ayudaran a entender mejor "la cuestión mapuche" contextualizandolo pero comprendiendo el proceso histórico de este frente a frente, aquí dejamos a continuación un articulo que explica la historia no contada del conflicto (invisibilizado) de Dennys Salazar Ñirril publicado el 2006 (http://www.elciudadano.cl/2006/01/28/la-historia-no-contada/), para luego mostrar la carta abierta a la comunidad geográfica del Colectivo de Geografía Crítica y Social Gladys Armijo, para luego pasar a revisar la reflexión del Problema Mapuche de Edgardo La Rosa.
LA HISTORIA NO CONTADA
Los mapuche son, sin lugar a dudas, el pueblo originario que más influencia ha tenido en la sociedad chilena. Su lucha contra quienes han invadido su territorio ha sido fuente de inspiración para poetas, cantores populares u organizaciones políticas y sociales; de su lengua se han extraído términos para bautizar cuanta cosa nueva sale por ahí. Equipos de fútbol, jardines infantiles, marcas de ropa, hasta nombres de personas, entre otros, llevan palabras del mapudungun.
Sin embargo, el respeto hacia este pueblo alude tan sólo a los “hijos de la tierra” que pelearon contra los españoles. Así se recuerdan las hazañas de Lautaro, Caupolicán, Galvarino, y se les reconoce como héroes nacionales. No obstante, esa pleitesía se remonta hacia el pasado, como si ese pueblo valeroso que habitaba antes este país se hubiese extinguido.
La historia nacional, esa que se enseña en las aulas de clases, menciona a los mapuche en 4 etapas: la primera es cuando se habla de los pueblos originarios que habitaron este país y se describen las distintas formas culturales que estos tenían. Posteriormente se pasa al período de la conquista, entre los años 1552 y 1601, donde los mapuche aparecen como actores fundamentales. Es una etapa que termina en 1601, año en que comienza la Colonia. Aquí son comúnmente llamados “indios”, adoptando la clasificación racial de la época. Esto en el siglo XVII hasta el comienzo del siglo XIX. Finalmente, dos siglos más tarde, luego de repasar la independencia de Chile, la organización del Estado, los gobiernos liberales, la Guerra del Pacífico, y otros temas, aparece la denominada Pacificación de la Araucanía, en 1881. No recuerdo que se haya dedicado más de una clase para entregar estos episodios. Allí, se dice que se pacificó a los “indios” que vivían al sur del Bío Bío, pues ellos tenían muchos conflictos internos.
Este es el horizonte histórico que se nos entrega cuando somos estudiantes. Mi pregunta es, entonces, ¿son suficientes antecedentes para comprender lo que en la actualidad sucede? Si los mapuche desaparecieron de la historia de Chile en el siglo XIX ¿quiénes son los que ahora reclaman mayor participación y reconocimiento de sus derechos? Más aún ¿quiénes son los que recuperan tierras, piden autonomía e inclusos son encarcelados por esto? Naturalmente, nos falta memoria histórica sobre lo que pasó. Principalmente, por que los mapuche fueron borrados del mapa en 1881. Desde ahí que la formación de varias generaciones de “chilenos” estuviera marcada por esta dinámica. Sin embargo, los mapuche sobrevivieron y aún están aquí. Pero en la actualidad los adjetivos de granados, soberbios y belicosos que Ercilla inmortalizara en “La Araucana” han sido reemplazados perversamente por los de flojos, borrachos, pobres y, en los últimos tiempos, por “terroristas”.
Más allá de hacer un recuento histórico, el presente artículo busca entregar los antecedentes que permitan comprender la relación en distintas épocas entre el Estado y el pueblo mapuche. Intenta contextualizar sucesos que se dan en nuestro entorno, que se respiran, que nos afectan.
ENTRE LA GUERRA Y LA PAZ
Si bien la historia de Chile nos menciona que la gran resistencia de los mapuche fue contra los españoles, si analizamos bien veremos que luego de finalizar el período de conquista y comenzar el colonial, estos se pierden en una suerte de integración, convivencia y guerra defensiva . No se profundiza más en el asunto. Sin embargo, ocurren sucesos trascendentales, que influyen directamente en lo que sucede en la actualidad.
Luego de más de 100 años de guerras, los “araucanos” logran la retirada de las tropas españolas de la zona de Arauco. Así, en 1641, se acuerda la paz mediante el tratado de Quilín. Se reconocía así la autonomía de la nación araucana en la región comprendida entre los ríos Bío Bío y el Calle Calle, en la actual provincia de Valdivia.
Se establece una frontera, la que es revalidada periódicamente en los parlamentos entre mapuche e hispánicos. Se estrechan también los lazos comerciales. Los mapuche se convierten en los mayores ganaderos del cono sur, atraviesan la Cordillera de los Andes y conquistan la pampa argentina. Allá iban a engordar sus animales y a buscar riquezas. Después regresaban al Gulumapu (territorio mapuche en lo que hoy es Chile) y los intercambiaban con los españoles. La situación desde el Calle-Calle hasta el seno del Reloncaví, es un poco distinta. Según el académico del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad Austral de Chile (UACH), Ricardo Molina, “en esta zona la convivencia entre hispánicos y mapuche-huilliche es más armónica que en la Araucanía. Principalmente por que se comercia, se convive y se respeta la existencia del otro. Sin embargo también hay rupturas, llamadas levantamientos”. El último de ellos fue el de 1792 que derivó en el parlamento de 1793 y en la firma del Tratado de Las Canoas que regularizó la situación territorial.
El antropólogo y académico de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, Rolf Foerster, en el libro “La Propiedad Huilliche en la Provincia de Valdivia” señala que “el tratado de1793 fijaba un área territorial limitada de donación : la comprendida en todo ese espacio que se abre desde la junta de los ríos Rahue y Damas hasta la cordillera (…) El resto de los territorios fue considerado por las autoridades coloniales como pertenecientes a los indígenas”. Así, la diferencia principal que había con la Araucanía es que allí no existían propiedades ni ciudades españolas. En cambio, en la zona mapuche huilliche, sí.
En resumen, este período fue muy duro para los mapuche, producto de las guerras y de los tratos a los que eran sometidos por los españoles, sin embargo en términos generales sus territorios no se vieron usurpados por completo y se conservó gran parte de ellos. Además se establecieron formas de diálogo y acuerdo mediante los parlamentos y tratados. “En este sentido los españoles no fueron tan duros con los mapuche, como lo fueron posteriormente los chilenos, en la pacificación de la Araucanía”, comenta Molina.
COMIENZA EL PROBLEMA
Como afirma Molina, los verdaderos problemas para los mapuche vinieron con posterioridad a la independencia de Chile. Antes, los criollos veían a los araucanos como aliados y ejemplos a seguir. Es que el haber resistido por más de 100 años la guerra contra los españoles era signo de valentía y unidad. Estas ideas quedan reflejadas en los artículos publicados en el primer periódico nacional, la Aurora de Chile.
El Jueves 16 de julio de 1812, Fray Camilo Henríquez, en respuesta a una carta anónima enviada al periódico titulada “llamémonos todos indios” comenta con gran fuerza que “¿quién no admira el ardor y la magnanimidad heroica con que combatieron por su libertad los indios chilenos? La musa de la historia tomó a su cargo inmortalizar sus hazañas” y más adelante agrega “sólo el duro araucano rehúsa las cadenas, y anteponiendo todos los males posibles a la pérdida de su libertad, y sin intimidarse por la inferioridad e imperfección de sus armas, resiste, combate, triunfa a las veces; y cuando es vencido ni decae de ánimo, ni pierde la esperanza de vencer”.
Sin embargo, la realidad no era como se pensaba. Los mapuche del sur del Bío Bío no se unieron a las tropas independentistas, es más: muchos de ellos se unieron a los realistas. Así estaban las cosas cuando se concretó la independencia de Chile. El historiador José Bengoa en su libro “Historia de un conflicto: el estado y los mapuche en el siglo XX” relata que “ los mapuche no se habían independizado de España. La Independencia no los había involucrado, era asunto de los criollos. Los araucanos, al sur temían más a los nuevos ocupantes del gobierno de Santiago que a los antiguos. Y no les faltó razón. Los antiguos gobernantes respetaban sus fronteras y realizaban parlamentos con ellos. A los nuevos no los conocían y se les notaba en los ojos su ambición”.
Esta situación sin duda era una piedra en el zapato para las autoridades chilenas en los albores de la república. “Más aún cuando en esos tiempos el gobierno en Santiago tenía puesta la mirada en la organización de Estado-nación, sin considerar las diferencias internas. Se empezaba a constituir así la supuesta nacionalidad chilena, principalmente en una elite que empieza a gobernar el país, desde Santiago”, agrega Molina. El paradigma del estado-nación caló hondo por esos años en las nacientes repúblicas americanas. Y Chile no se quedó atrás. Tal concepto jurídico proviene del nacionalismo y promueve que en un determinado territorio sólo debe existir un estado y una nación.
Además estaba el crecimiento económico. Los dueños de haciendas necesitaban más tierras para labrar. Así en 1813 ya se dictan las primeras leyes indígenas que convertían a los mapuche en ciudadanos y ponían sus tierras en el mercado. Pero esto se dio en los territorios al norte del Bío-Bío, en cambio en el sur no pudieron ser aplicadas.
Además estaba el crecimiento económico. Los dueños de haciendas necesitaban más tierras para labrar. Así en 1813 ya se dictan las primeras leyes indígenas que convertían a los mapuche en ciudadanos y ponían sus tierras en el mercado. Pero esto se dio en los territorios al norte del Bío-Bío, en cambio en el sur no pudieron ser aplicadas.
Todo esto iba acelerando el deseo de anexar los territorios de la Araucanía a la naciente república.
Hay que entender que hasta el año 1860, Chile llegaba hasta Chillán y Concepción, allí el territorio se pegaba un salto violento hasta Valdivia. En esos tiempos, hasta el río Calle Calle no había administración estatal. De acuerdo a esta situación es que se crearon una serie de cargos para intentar controlar este vasto espacio. Nacieron así los Capitanes de Amigos y en un rango superior, los Comisarios de Naciones. Pero en general, “la sociedad santiaguina y el Estado consideraron que esos territorios al sur estaban desocupados. Tierra de Nadie, se dijo”, cuenta Bengoa.
Hay que entender que hasta el año 1860, Chile llegaba hasta Chillán y Concepción, allí el territorio se pegaba un salto violento hasta Valdivia. En esos tiempos, hasta el río Calle Calle no había administración estatal. De acuerdo a esta situación es que se crearon una serie de cargos para intentar controlar este vasto espacio. Nacieron así los Capitanes de Amigos y en un rango superior, los Comisarios de Naciones. Pero en general, “la sociedad santiaguina y el Estado consideraron que esos territorios al sur estaban desocupados. Tierra de Nadie, se dijo”, cuenta Bengoa.
Por otra parte, alrededor de 1850 comienzan a llegar los colonos alemanes a Valdivia, Osorno y Puerto Montt. Su venida era el fruto de las ideas de intelectuales como Mariano Egaña y Vicente Pérez Rosales, que veían en ellos la oportunidad de dar productividad a las tierras “deshabitadas” al sur de Bío Bío.
Todos estos antecedentes provocan un triste desenlace: la invasión militar del territorio autónomo mapuche, el despojo del mismo y las riquezas de los mapuche.
Todos estos antecedentes provocan un triste desenlace: la invasión militar del territorio autónomo mapuche, el despojo del mismo y las riquezas de los mapuche.
LA PACIFICACIÓN DE LA ARAUCANÍA
Al contrario de lo que se cuenta, este período histórico no fue una pacificación, como reza su denominación. Fue una guerra. Ya en 1866 nacieron las primeras leyes de ocupación de la “Araucanía”. El Gobierno encargó la misión al general de ejército Cornelio Saavedra. Los mapuche resistieron cerca de 15 años la invasión a su territorio. Kilapan emergió como el mayor toki (jefe militar) de la resistencia mapuche. Sin embargo, la diferencia en armamento jugó un papel decisivo; mientras los mapuche utilizaban lanzas de madera, boleadoras y palos, los soldados chilenos contaban con armas de fuego. Miles de mapuche murieron defendiendo su territorio, dejando su vida por su mapu (territorio). Este duro y lamentable capítulo de la historia de Chile finalizó el 4 de noviembre de 1881.
Curiosamente, los chilenos, aquellos que a comienzos de siglos veían a los araucanos como ejemplos a seguir y como parte de su sangre, ochenta años más tarde los aniquilaban para quitarles sus territorios y potenciar así su economía y la nacionalidad chilena. Es este episodio de la historia el que marca la pauta para la actual situación de los mapuche. Ya no eran una nación libre y autodeterminada, sino que ahora pertenecían a un Estado que no los reconocía como mapuche sino como chilenos. Sus territorios eran fiscales y con límites definidos que no correspondían a su cultura. La anexión definitiva de la Araucanía al territorio nacional desencadenó un sinnúmero de consecuencias para la sociedad mapuche del siglo XIX. La más significativa es, sin duda, la crisis en cuanto a la propiedad del territorio, el que sufre una notable disminución en el curso del siglo XX. Esto es la causa de la pobreza mapuche y, sin dudas, de su organización como movimiento social en Chile. Pero esta historia, la no contada, será analizada en el siguiente artículo.
Dennys Salazar Ñirril
http://www.elciudadano.cl/2006/01/28/la-historia-no-contada/
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Carta abierta a la comunidad geográfica y a la sociedad en general.

El conflicto territorial es un desacuerdo, un no acuerdo, un choque de distintas visiones respecto del uso del territorio y sus recursos (ya sean el agua, la tierra, los bosques, el mar). Este conflicto se manifiesta a través de los actores que están involucrados en el territorio: el Estado como agente regulador, el mercado como mecanismo de articulación y las comunidades locales como sujetos receptores de políticas e inversiones.
En términos simples, el conflicto territorial se produce cuando un grupo de poder articula el espacio en función de su modelo de desarrollo, y en esa acción desarticula otros modos de vida locales que no necesariamente comparten la misma visión de desarrollo. Este proceso puede ser entendido como desterritorialización.
La desterritorialización es una manera de referirse al despojo o usurpación del territorio por parte de agentes externos a los pueblos o comunidades locales históricamente arraigadas a la tierra. En la acción, representa la imposición de un modelo de desarrollo y una cosmovisión (en este caso capitalista - occidental) mediante la cual los pueblos son despojados de su capacidad de conducir bajo sus modelos de desarrollo y su cosmovisión, la forma en que se relacionarán con la madre tierra (ñukemapu). En concreto, el Estado chileno y los consorcios empresariales son los agentes desterritorializadores de la realidad local mapuche.
Sin embargo, el panorama se vuelve aún más complejo si consideramos que el pueblo mapuche está en un proceso contrario, el de reterritorialización. Son cada vez más las comunidades de las distintas identidades territoriales que conforman el pueblo mapuche las que están en un proceso de recuperación de lo que representa el ser gente de la tierra. Este proceso se manifiesta en la recuperación de la lengua, del kimun, y de la tierra, como partes componentes de una gran lucha tendiente a mantener viva la cultura y la forma de vida de un pueblo que quiere SER y EXISTIR.
Para dimensionar en parte el concepto de territorio mapuche, las palabras de un lonko de la identidad territorial bafkehche son pertinentes“…cada espacio geográfico en una dimensión territorial esta supeditado a una fuerza que es superior a nosotros, que no tenemos que atropellar o pasar por alto, sino que vivir y convivir con esa diversidad con respeto a los elementos de la naturaleza. Si nosotros como seres humanos no respetamos una planta, una hierba medicinal, estamos atentando a nosotros mismos…”
En concreto, el conflicto territorial entre el Estado chileno y el pueblo mapuche se manifiesta en una zona particular del wallmapu que corresponde administrativamente a las regiones del Bio-Bio, Araucanía, Los Ríos y Los Lagos.
El concepto de desterritorialización se materializa por la presencia del Estado chileno como agente regulador de los territorios y del mercado como mecanismo de articulación del espacio. Recordemos que al tradicional destino triguero y forestal con el que se especializó la producción de esta zona luego de su ocupación durante el siglo XIX y XX, actualmente habría que agregar las explotaciones mineras en Lleu-Lleu, la producción salmonera en Melipeuco, la instalación de plantas de celulosa en Mininco, la contaminación del mar en Mehuin, la generación de energía eléctrica en Ralco y la generación de energía geotérmica en Sollipulli, solo por mencionar algunos ejemplos. Todas, en beneficio del desarrollo y el progreso de las chilenas y chilenos concentrados en las ciudades y “el granero de Chile” como era conocida esta parte del país, no fue ni ha sido capaz de alimentar a los hijos de su tierra.
Por otra parte, el concepto de reterritorialización se enmarca dentro de un proceso de lucha. “… Somos un pueblo que ha resistido muchos siglos por lo tanto el llamado es que nuestra gente asuma su ser y su identidad íntegramente y que luchemos por nuestros derechos fundamentales como el derecho a la vida y al territorio. Es una visión, una forma de vida la que defendemos y no podemos dejarla morir…” es el mensaje de un peñi a su pueblo.
Para finalizar, el silencio cómplice de las esferas del conocimiento formal no nos sorprende. Muchos geógrafos se han manifestado en la prensa sobre el reciente terremoto en el país, por tratarse de un tema “científico”, pero cuando se trata de asumir una postura política respecto de un conflicto territorial, el Geógrafo apela a la neutralidad de la ciencia, pese a definirse como un “especialista del territorio”.
Esta condición la entendemos, porque hoy la Geografía es una disciplina secuestrada en poder de los militares, las sociedades geográficas, los departamentos universitarios y el aula escolar. Al contrario y en abierta oposición a estas posturas, consideramos que es valido definir el ámbito investigativo de la geografía desde los problemas y tensiones sociales expresadas territorialmente y asumir el compromiso político del quehacer geográfico.
Esperamos haber contribuido con otros puntos de vista respecto de la actual situación de la huelga de hambre de los prisioneros políticos mapuche, que hoy cumplen 80 días de ayuno. Manifestamos nuestro apoyo y compromiso con la causa del pueblo mapuche y enviamos un especial saludo a los peñi y lamgen que nos han permitido conocer parte de su cultura y su cosmovisión.
NUTUAY IÑ TAIÑ MAPU
WEICHAN MAPU MEW
Colectivo de Geografía Crítica y Social Gladys Armijo.
29 de septiembre de 2010
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Reflexión sobre el problema mapuche…
Me parece válido oponer a esta reflexión sobre el problema territorial mapuche, el concepto de “lugar”, entendido el lugar como aquello que te significa, que asienta tu identidad, que la sujeta y te hace “ser”. Esto, considerando que lo territorial sólo refiere la acción política y científica, y con ello, los materiales simbólicos impuestos desde una impronta de dominación. Porque antes que la palabra territorio tuviera un valor válido - o validado-, el pueblo mapuche sin saber ya sentía conexión con ese lugar suyo. Por ello, cuando uno intenta -ejercicio difícil siempre- ponerse en el lugar de aquellos que son desarraigados no sólo territorialmente, sino culturalmente, va más allá de este problema, y se hace posible descubrir elementos no considerados desde la racionalidad. De ahí que la des-territorialización, entendida como des-lugarización, nos permite reflexionar “existencialmente” sobre el problema mapuche. Esto, me parece, no quita valor al problema práctico y territorial de los mapuches, sino que es reconocer a un pueblo que histórica y culturalmente es previo a nuestro Estado-Nación y cultura nacional. Porque de ahí surge el problema en su raíz, ya que, mientras “los gobiernos” que pasan por el Estado entienden y analizan el tema desde su valor “jurídico-legal”, los mapuches lo entienden de manera “existencial” , o llámese cultural,, como cultura distinta y que quiere hoy prevalecer y reivindicar lo que fueron y quieren re-significar hoy.
El lugar es aquello que es significativo para uno, un lugar que no tiene solo un significado económico, sino un valor intrínseco para tu existencia y subsistencia, por lo que el problema de los mapuches no es sólo territorial, sino un problema histórico entre dos paradigmas que no han logrado dialogar -la política del Estado-nación y la cultura mapuche- , ya que se oponen. Ahora bien, claramente que nuestras identidades y problemas se construyen espacialmente, y por ello es que defendemos nuestras casas, nuestros espacios íntimos o colectivos, nuestros lugares de “comunión”. El lugar que nos significa, por tanto, es quién nos arraiga a nuestra manera de mirar la vida, y nos lleva a apropiarnos de los cerros que miramos (y nos miran), de las aguas que nos bañan y deleitan, o a este planeta que valoramos como nuestro. De ahí que el conflicto entre el Estado y los mapuches es un conflicto lugarizado, espacialmente localizado (Chile), que requiere no solamente una discusión a partir del territorio en conflicto, sino el reconocimiento de su cultura, de un “otro”, que busca emanciparse no sólo territorialmente, sino en cuanto a cultura que prevalece en el presente y que funda en la tierra esa cultura.
Edgardo.
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